El frío va quedando atrás y la nieve va desapareciendo de las montañas y eso nos arrastra directamente a las paredes de roca. Con una meteo no muy fiable, Xabi y yo nos decantamos por pasar la mañana escalando en Peñartea, escuela cercana a Iruña donde el tiempo suele ser más benevolente, siempre y cuando el viento no se revuelva.
Sin grandes aspiraciones, elegimos una vía sencilla a una de las agujas características de Peñartea: el Lagarto. La aproximación al sector es fácil y corta, pasando por delante de varios sectores hasta encontrar las vías en el monolito que vamos a escalar. Teniendo en cuenta que es una vía de largos, es vías cortas, que se puede resolver en un par de largos.

L1 (35 m, 5b): de los dos largos de la vía es, con diferencia, el de mayor dificultad. Es un largo bastante vertical con buenos agarres y buenos apoyos para los pies, pero en el que hay que saber moverse bien ya que la línea no es muy claro. En algún punto la roca está algo suelta, pero en general la roca es buena.



L2 (30 m, 4b): comienza bastante vertical con tendencia hacia la izquierda pero tras superar la segunda chapa, tumba bastante, tanto que podría considerarse una trepada. En este tramo, muy sencillo, no hay seguros salvo un viejo clavo que Xabi chapa por si las moscas.




De la R2 podemos continuar unos 10 m hasta la cima del Lagarto donde encontramos una vieja reunión en el suelo. El descenso lo realizamos desde ahí, primero recogemos la cuerda, nos desencordamos y nos preparamos para bajar rapelando. Lanzamos la cuerda hacia una canal que hay a la izquierda y bajamos por la cuerda haciendo un bonito rápel de unos 30 m. Guardamos la cuerda y destrepamos unos metros hasta la base de la pared.




Satisfechos con una bonita actividad, disfrutona y agradable decidimos bajar a la furgoneta y volver a echar el vermú, que eso también nos gusta.